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martes, 24 de marzo de 2009

ITXINA, SUPELEGOR Y LA DIOSA MARI



El domingo pasado montamos una excursión a uno de los enclaves mas misteriosos y mágicos de Euskalherria. Itxina.


Itxina es uno de esos sitios donde parece que se ha detenido el tiempo, donde la naturaleza apenas ha sido modificada por el hombre, aún valiéndose de ella desde hace mas de 8000 años. Se le trató con todo el respeto que se merece, por gente que ha sabido aprovecharse del tesoro escondido en sus entrañas, pero muy poco a poco, sin herirle de muerte, para asegurarse su sustento y el de sus generaciones futuras.

Hoy en día a desaparecido toda forma de laboreo de su paisaje. Ya no quedan carboneros, y con ellos también han desaparecido aquellas txondorras o carboneras y sus columnas de humo que sobrepasaban el espeso techo arbóreo que visto desde alguna cima de los alrededores le daban un aspecto fantasmagórico a la zona. Y tampoco quedan aquellos que metódicamente en los fríos días de invierno se dedicaban a guardar la nieve en los neveros o elurzulos para aprovecharla en forma de hielo en los cálidos veranos. El pastoreo actualmente tiene una presencia simbólica.


Introducirse en Itxina es transportarte a un estado de naturaleza pura. Es retroceder en el tiempo a la época que nosotros queramos, ya que su fisonomía solo ha sido alterado por los cambios climáticos sufridos desde su nacimiento hasta la actualidad.

Por esto no es de extrañar que la diosa Mari lo eligiese como una de sus moradas preferidas.

Sin duda alguna la soledad de Itxina se hace patente en los días que la niebla invade sus montes pero, ¡¡cuidadin!!, en estos días es muy fácil perderse. No han sido pocos los que se han extraviado, y salirse de sus milenarias sendas es meterte en un marrón seguro. Te enfrentas a una masa de piedra agresiva, llena de profundas simas, de aristas afiladas con grietas de varios metros de profundidad y a un andar extremádamente peligroso. Pero tenemos un aliado con nosotros para esos días de climatología adversa y visibilidad escasa. El GPS. No es que sea imprescindible, hemos estado muchos años sin él, pero nos sacará de mas de un apuro en el caso de un hipotético despiste.
Hablando del GPS, en la foto superior se ve la ruta que hicimos, desde Pagomakurre hasta la cueva de Supelegor. Si pinchas dos veces en la foto se amplia para poderla ver mejor.







La excursión comienza en Pagomakurre, al cual hemos llegado en coche desde Areatza. Junto al aparcamiento hay un cartel indicador que nos guiará hasta el ojo de Atxular. Pasamos una zona con mesas y nos adentramos en un bosque de coníferas.
Mas adelante se llega a una zona muy húmeda, donde casi seguro nuestras botas dejarán de estar lustrosas. Al poco rato dejaremos atrás el bosque y seguimos por un camino de pendiente muy suave.

















Por fin llegamos a ver la muralla que delimita Itxina. Existen muy pocos pasos para entrar en ella sin necesidad de hacer alguna arriesgada trepada. Uno de estos pasos se intuye en el pequeño collado que se ve en la foto inferior. Se trata del ojo de Atxulaur, un arco natural de piedra al cual se accede por una, no muy grande pero intensa, rampa de piedra.











A la derecha de Atxulaur la muralla caliza continua hasta llegar a los Atxas, una serie de monolitos de piedra que, junto con Atxarte, es una de las principales escuelas de escalada de Bizkaia.












En esta foto y la siguiente se puede apreciar, gracias al zoom de la cámara, la belleza y singularidad de la puerta de Atxular.















Dejando atrás el sendero que nos llevaría a los Atxas, la pradera pierde su horizontabilidad y la cuesta herbosa se hace inevitable.














Comienza la cuesta de piedra.













En apenas 15 minutos traspasamos el ojo ante la atenta mirada de la txabaleria que llevan un rato esperándonos.













Al otro lado de la Puerta nos encontramos con una gran dolina que la bordeamos por su parte derecha. Justo encima de ella el camino se bifurca en dos partes, hacia la izquierda la senda nos lleva, tras penetrar en el lapiaz, hasta las campas de Arraba, paso casi obligado para el que ascienda al Gorbea desde Pagomakurre. Para llegar desde aquí a las mencionadas campas se atraviesa el mítico paso de Kargalekua, llamado así porque era el lugar donde se cargaba el hielo de los elurzulos de los alrededores.






Nosotros en el cruce continuamos hacia abajo metiéndonos en las entrañas de Itxina buscando la cueva de Supelegor, una de las moradas de la diosa Mari.



Entrando en el interior del karst bien merece un pequeño comentario sobre la formaciòn de de este singular paisaje:


Hace aproximadamente 110 millones de años esta zona estaba sumergida en un mar poco profundo lleno de arrecifes de coral. Esta inmensa extensión de masa calcárea fue aumentando y compactandose poco a poco y así, 60 millones de años después, al chocar la placa Ibérica contra la placa Europea (Deriva continental) se levantaron casi todos los terrenos que tenemos en la actualidad en Euskadi. Por esto mismo no es difícil encontrar fósiles marinos en estos terrenos, y si nos fijamos un poco en estas rocas veremos multitud de conchas y corales.

Una vez elevados, el agua y el tiempo se han encargado de disolver la roca dando lugar a fenómenos kársticos propios de la piedra caliza.
Existen en Itxina decenas de cuevas y simas, siendo por ello uno de los paraísos de la espeleología vasca.




Hemos tenido la suerte de adentrarnos en su interior con un tiempo explendido.










Con sol, el juego de luces y sombras se hace muy intenso, dándole al lugar un tono surrealista.





El camino nos lleva por sitios estrechos en una habilmente larga linea quebrada para salvar los innumerables obstáculos.









Al cabo de un buen rato llegamos a ver la grandisima boca de la cueva. El silencio es total en la zona.







Una vez reunidos todos en la entrada procedemos a meternos entre pecho y espalda todo tipo de "delicatesenes". ¡¡Que no todo va a ser sufrir!!





En esta foto se puede apreciar la magnitud de la boca

Una vez finalizado el festín y antes que nos entre la modorra procedemos a introducirnos en la cavidad. Con todo el respeto y el silencio del mundo porque sabemos que estamos violando la intimidad y la tranquilidad de Mari.


















































Al abandonar la cueva uno no puede reprimirse girar la cabeza para ver por última vez la silueta de Supelegor.




A la vuelta nos desviamos un poco y visitamos el túnel natural de Axlagor o también llamado Arko Axpe. Es una galería acodada y las dos entradas se ven en la fotografía superior e inferior.






Andando por estos parajes, a la vuelta de cualquier esquina uno espera encortarse con alguna Sorgiña, o con una insinuante Lamia, o incluso con el propio Basajaun. Este paisaje rezuma mitología en cada metro cuadrado de sus dominios.










Haya centenaria que se resiste a sucumbir a la llegada de plantaciones no autóctonas.










Siempre me han gustado estas construcciones sencillas. Construcciones que se hicieron con un gran esfuerzo y sin apenas médios para conseguir una morada humilde pero digna, frente a esos palacios y casa solariegas que se hacian tirando de talonario de la época.
FIN


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