LA BUSQUEDA

Estaba yo el otro día intentando encontrar una foto en el ordenata ( que difícil es hacerlo cuando no se tiene ni pajolera idea del lugar, ni de la fecha ni de la madre que la parió) y no tuve mas remedio que visualizar todas las imágenes guardadas en el disco duro una por una. Ardua tarea cuando las carpetas se cuentan por centenares y por miles las fotografías. Mirando mirando me encontré dos salidas que hicimos en el año 2005 que las tenía completamente olvidadas, cosa nada extraña para los que pasamos de los cuarenta. Una de ellas se trata de una excursión que, partiendo del alto de Lizarrusti, bordea Aralar, y se llega hasta Ordizia. Es una vuelta que se puede hacer en seis horas tranquilamente disfrutando del paisaje. Se atraviesan parajes tan salvajes como el de la fotografía de abajo y se pasa junto al majestuoso Txindoki (segunda foto).

TIERMAS Y EL CASTILLO JAVIER

En esta salida aterrizamos en el pueblo de Tiermas (Navarra) con la intención de darnos un baño en sus aguas termales. Hacia años que no lo hacíamos y la decepción fue enorme. Centenares de personas se agolpaban en sus cálidas aguas (38º C. medidos con un termómetro, de mercurio por supuesto). Me vinieron a la cabeza recuerdos de los primeros años de la década de los 80 cuando, después de hacer algún que otro tres mil o alguna que otra travesía pirenaica, era parada obligatoria, si el pantano estaba lo suficientemente bajo, y sumergirnos en sus aguas sulfurosas por lo menos media hora para aliviar un poco los fatigados músculos. Relajación total. Los únicos moradores del lugar eramos nosotros y algún que otro despistado que conocía la bondad de sus aguas. Era curioso el olor a azufre que llevábamos encima e impregnaba luego el coche que tardaba varios días en desaparecer.

Siguiendo buceando en los recuerdos también parábamos en Tiermas a la vuelta de la Sierra de Guara después de haber descendido algún cañón de los muchos que atraviesan su superficie. Eran unos tiempos en los que la palabra barranquismo era una completa desconocida y los moradores de los pueblos de la Sierra nos llamaban locos por introducirnos en aquellos encajonados ríos llenos de cascadas, pozas profundas y demás peligros. Eran pueblos, Rodellar por ejemplo, semi abandonados, sin electricidad y con una media de edad que superaba ampliamente los sesenta años. Hoy en día Rodellar, gracias a sus cañones, tiene varios campings, gasolinera, varias escuelas de barranquismo y supongo que a estas alturas ya tendrá hasta hotel. Seguro. Todas sus casas abandonadas han sido compradas y restauradas, principalmente por franceses. Hace unos quince años que no he vuelto por la zona, desde que un día tuvimos que esperar colas de gente para descender los saltos del Mascún. Fue bonito mientras duró. Toda una pena.

Volviendo al principio, después de tomar el baño pertinente en el metro cuadrado que nos quedaba libre (como puede observarse en la foto) fuimos a comer al castillo Javier a un local

enorme que hay habilitado para comer lo que uno lleve encima. Después del festín fuimos a un bar a tomar un café y allí estaba la foto. No tengo por costumbre fotografiar otras fotos, pero con esta hice una excepción. No sé que calificativo ponerle, bueno se me ocurren muchos pero no creo que sean adecuados ponerlos aquí. Y si no, para muestra un botón.






Esta foto la saqué ayer en una incursión que hicimos Jose, Iñigo y yo al valle de Lástur en busca
de agujeros.

NOCHEBUENA

Como todos los años, este día lo pasamos en el caserío de Amaia y de Juantxi. Después de la consabida cena ,después de la llegada de Olentzero, después de la partida de cartas y después de la espantada general, a eso de las tres de la mañana salí a las viñas con la intención de sacarle unas fotos a la Luna lunera pertechado con las tres cosas imprescindibles:

La cámara con su increíble super mega ultra zoom, el trípode y una botella de cava. La noche era perfecta, una Luna radiante, limpia y un frío que acojonaba. El resultado se puede ver abajo.

La mañana de Navidad me la pasé en el caserío intentando sacar unas fotos a algo interesante y así poder engañar a la terrible resaca que no quería separarse de mí en ningún momento. La primera que hice fue al pobre Jokin que en pleno apretón intentaba cepillarse al bueno de Gandul ante la mirada de indiferencia de éste. Dos segundos mas tarde Gandul le sacudió una dentellada al pequeño que si le pilla ahora se llamaría Jo--kin (que chiste tan malo, no se si borrarlo).

Mas tarde de este "Sucedido" intenté retratar a todo bicho que se moviera por las cercanías pero debido a mi mal pulso y a que todos se me escapaban solo pude sacar a los tres siguientes...